Reseda: La Flor del Encanto Natural para el 12 de Junio
Descripción de Reseda
La reseda (Reseda odorata), también conocida como mignonette, es una planta herbácea famosa por su delicada fragancia. Originaria de la región mediterránea, esta flor de bajo crecimiento es muy apreciada en jardines debido a su capacidad para atraer abejas y mariposas. Sus flores pequeñas, de color verde amarillento, pueden parecer modestas a simple vista, pero su aroma es tan encantador que durante siglos ha sido cultivada específicamente por su fragancia. La reseda simboliza la simplicidad y la belleza que no necesita ostentación para destacar.
El significado floral de Reseda: Encanto natural
La reseda representa el encanto natural, una cualidad que surge de la autenticidad y la sencillez. A diferencia de flores más vistosas, la reseda destaca por su esencia pura, recordándonos que la verdadera belleza radica en la autenticidad y no en la apariencia exterior. Esta flor nos inspira a valorar las cualidades intrínsecas, el carácter y el impacto positivo que alguien puede tener en quienes lo rodean, incluso sin buscar protagonismo.
Una historia relacionada con Reseda
Cuenta una leyenda griega que la reseda nació del amor incondicional entre una joven campesina llamada Amara y un humilde jardinero llamado Kallos. Aunque Amara era conocida por su gran belleza, Kallos quedó cautivado no por su apariencia, sino por la dulzura de su carácter. Juntos cuidaban un pequeño huerto lleno de flores, donde Amara solía decir que la planta más valiosa no era la más vistosa, sino aquella que daba alegría al alma.
Un día, Kallos fue llamado a servir en la guerra, y Amara, con el corazón roto, plantó resedas en todo el jardín. Su fragancia se extendió por el aire como un susurro de esperanza. Cuando Kallos regresó, herido pero vivo, siguió el aroma de las resedas hasta encontrar a Amara. La flor, desde entonces, ha sido un símbolo del amor genuino y la conexión entre almas que aprecian la verdadera esencia del otro.
Un poema inspirado en Reseda
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La reseda nos recuerda que la verdadera belleza es humilde y que lo más valioso no siempre está a la vista, sino en lo que somos y en cómo tocamos el corazón de los demás.